Llega el verano, ya se han dejado sentir los primeros días de calor y lo peor está aún por venir. Es el momento de pensar en cómo proteger nuestra casa de los rigores de la temporada estival. Si no tienes aire acondicionado, no te preocupes en exceso, hay otras formas de rebajar unos grados la temperatura en el interior y disfrutar de una casa algo más fresca. Habitissimo ofrece los siguientes consejos.
La importancia de las ventanas
Las ventanas son uno de los puntos más débiles de una casa en lo que a puentes térmicos se refiere. Si tienen doble acristalamiento o vidrios bajos emisivos, la transmisión térmica con el exterior será mucho menor. Cambiarlas es un desembolso, pero no solo permitirá tener la casa más fresca en verano, también rebajar la factura de la calefacción en invierno, así que es una posibilidad que conviene tener en cuenta.
Y, dejando a un lado esta cuestión, está ese pequeño remedio que todos conocemos y practicamos, que no es otro que aprovecharse de las corrientes. Si el sol aprieta, lo mejor es tener ventanas cerradas, persianas bajadas y toldos extendidos. Al llegar la noche, hay que hacer justo lo contrario porque las corrientes de aire ayudarán a mejorar ligeramente la sensación térmica en casa.
Las puertas también ayudan
Sirven de apoyo a las ventanas. Durante el día, el consejo es cerrar las habitaciones que no se utilicen para evitar que el calor se expanda por la casa. Al llegar la noche, cualquier puerta de la casa abierta ayudará a generar esas corrientes de aire que bajarán algo la temperatura en el interior. Si dan a un jardín o una terraza, mucho mejor, las plantas ayudan, y mucho, a refrescar el ambiente.
El poder de las plantas
Seguimos hablando de plantas. El consejo es regarlas siempre por la noche, ya que el agua tardará más en evaporarse y, como decíamos, esa humedad ayudará a que el ambiente sea menos sofocante. Pero no es la única forma en la que pueden contribuir al confort térmico en casa, colocadas en las fachadas en forma de jardín vertical, sirven de parapeto frente al sol, mejorando el aislamiento.
Los electrodomésticos, mejor por la noche
En este aspecto, la nueva tarificación horaria de la electricidad también puede ayudar a que la casa esté más fresquita. El tramo más económico, el de la noche, es perfecto para poner los electrodomésticos y no solo por ahorrar, sino porque los aparatos emiten calor. De esta forma, el lavavajillas o la lavadora, mucho mejor cuando caiga el sol.
Y otro consejo relacionado con esta cuestión es cerrar las puertas cuando estos electrodomésticos están en funcionamiento. De esta forma se evita que el calor se reparta por otras estancias de la casa.
Por otra parte, cocinar es algo que sí o sí hay que hacer en horarios diurnos. En ese caso, el truco es poner el extractor, haga o no falta. Además de humos y olores, se llevará parte del calor que se genera al cocinar.
Apostar por el LED
El LED tiene muchas ventajas: es muy eficiente, las bombillas tienen una duración muy prolongada y, además, pueden se muy decorativas. Pero cuando llega el verano tienen una ventaja añadida: no emiten calor. Un motivo más, sin duda, para animarse a cambiar las viejas lámparas.
No nos podíamos olvidar de él: el ventilador
Es un aparato mucho más económico que el aire acondicionado, consume menos y puede bajar unos grados la temperatura si se utiliza bien. Ponerlo en marcha cuando están las ventanas abiertas ayuda a repartir ese aire más fresco que entra por las ventanas. Y, si además se pone un cuenco con hielo en un punto al que llegue bien el flujo de aire, mucho mejor.
Hay otros gestos que también ayudan a mantener la casa algo más fresca incluso sin aire acondicionado: cambiar los textiles por otros más ligeros (como el lino o el algodón), poner burletes en puertas y ventanas para evitar que entre aire caliente por las rendijas o desconectar los aparatos que no se usen (en stand-by también generan calor, además de que consumen energía). ¿Pensando ya en poner estos consejos en práctica?